Igualdad no es una palabra hueca que sirve para mejorar la imagen de quien la emplea. Es un asunto muy serio. Tanto es así, que asegurar la prosperidad para todos forma parte esencial de la Agenda 2030 de la ONU y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sin embargo, la igualdad tampoco es únicamente una meta a la que aspirar. Es una fuente de riqueza para cualquier organización porque promueve la diversidad. Aunque suene a paradoja, el hecho de que personas diversas tengan las mismas oportunidades profesionales ayuda a que no se desperdicie ni un gramo de talento. También contribuye a que se tomen mejores decisiones.
Los datos así lo avalan: un estudio de Informa D&B, que analizó más de 1.250.000 compañías, demuestra que aquellas con más del 40% de los puestos de su consejo de administración ocupados por mujeres presentan un menor riesgo crediticio. También un informe de Grant Thornton correlaciona la implicación de las empresas en materia de género con su éxito económico: cuanto más involucradas están, más probabilidades tienen de crecer por encima del 5%.
